HAIKUS
Silvia
Beatriz Zurdo
Flores que
nacen
para
pintar la vida
como arco
iris.
Se abre la
puerta
si un rayo
de sol busca
alguna
sombra.
Por un
instante
los
duendes de la noche
la
iluminaron.
Tristeza
larga.
Camino de
palabras
en el
otoño.
Quiso volar.
Se vistió
de gorrión
con la
primavera.
Tan
transparente,
como sus
ojos claros,
un vaso de
agua.
Porque la
flor
hablará
con la aurora,
la lluvia
volverá.
Se queja
el viento
porque ya
el mediodía
se
desmayó.
Un sueño
azul
pasea
entre las ramas
de los aromos.
Y el sueño
rosa
se escapa
entre las nubes
cual
mariposa.
Blanca, la
luna
se
acurruca en la sombra
de los
almendros.
La
oscuridad
oculta los
colores,
nunca la
luz.
El ruido
ahuyenta
a todas
las estrellas
del
universo.
Las
campanadas
le
responden al viento.
Clave
secreta.
El aire
fresco
anida
entre las ramas
de
aquellos pinos.
Lluvia de
invierno
tranquila
pero triste
canción de
cuna.
En el
silencio
danzan
todos los ecos,
amanecer.
Con sol y
arena
bailan
todas las olas
en la
playa.
Tan cristalino
el lago en
un espejo,
verde
esperanza.
La nube
blanca
interroga
a la luna.
Misterio
eterno.
Canta la
lluvia
sobre el
techo de chapa
sin
apurarse.
Lluvia
tranquila,
por fin ya
riega el trigo.
Llanto
divino.
Un
nubarrón
desconcierta
los planes
de aquellas
aves.
Viento
rebelde,
cual
látigo de polvo,
en
remolino.
El arco
iris:
un sendero
perfecto
para los
ángeles.
Lento el
sol
sobre las
ramas secas,
de la
mañana.
La
primavera
traerá con
cada trino
rayos de
luz.
Es
primavera ,
las flores
nacerán
hechas
canción.
En la
tiniebla
los
colores se ocultan
para
dormir.
Bajo la
luna
sueñan
todas las flores
con ser
estrellas.
Rayo de
sol,
errante y
vagabundo,
pasa de
largo.
En la
vereda ,
remolino
dorado ,
mil hojas
secas.
Esta
montaña
guarda
todos los ecos
entre las
piedras.
Con
fantasía,
las
palabras caminan
por el
desierto.
Noche
estival.
El
silencio hechicero
sale a
pasear.
Aquella
nube
oculta sin
cautela
la luz del
sol
La
mariposa
se refugia
veloz
en el
rosal.
Con el
otoño
rejuvenece
el tiempo
de la
ilusión.
Más de
cien rosas
ayer, se
marchitaron,
sobre la
nieve.
En
primavera,
las
golondrinas vuelven
una vez
más.
Una sirena
canta en
la oscuridad
del mar
azul.
Baila la
luna
con las
olas del mar,
sobre la
arena.
Por la
cascada
la
frescura del agua
se
adormeció.
Van de la
mano
este
viento salado
y la
mañana.
Cuando hay
neblina,
se aquietan los colores
y van descalzos.
Revoloteaban
miles de luciérnagas
en mi balcón.
Estos álamos
vigilan nuestra chacra
siempre que hay viento.
Una manzana
ha perdido su aroma
a fruta fresca.
Alfombra mágica,
las hojas del otoño
en la vereda.
Busca el verano
un río caudaloso
para su sed.
En la maceta
un helecho aburrido
se marchitó.
Un grillo da
a las estrellas blancas
su serenata.
Trajo el invierno
un reino blanco y quieto
para soñar.
Cada
mañana
se escapa
de la jaula
con un
bostezo.
Te daré
algo.
varios
rayos de sol
para tu
pelo.
El viento
pasa
llevando
los recuerdos
a una
prisión.
En el
invierno
se
adormecen las ganas
de
descubrir.
La nube
blanca
interroga
a la luna.
Misterio
eterno.
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